Autoengaño
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Concepto
El autoengaño es la estrategia mental que permite esquivar la realidad refugiándose en una inconsciencia más o menos deliberada. Se recurre al autoengaño para evitar asumir las consecuencias de los propios actos al no ver ciertos aspectos personales o del entorno que resultan desagradables, al fingir y ocultar lo que se siente o al justificarse para salir airoso de una situación El Truco del Autoengaño_El País.
Es el proceso de negarse a racionalizar la relevancia, significancia, o importancia de evidencia contraria y argumentos lógicos que son opuestos a los propios. El autoengaño implica convencerse a sí mismo de una verdad (o la falta de la verdad) que no revela un autoconocimiento del engaño.Autoengaño_Wikipedia
Para Carlos Sirvent el autoengaño no es en sí mismo patológico. Lo necesitamos en mayor o menor medida para interrelacionarnos; todos tenemos una cantidad de autoengaño que echarnos a la espalda, ese autoengaño fisiológico, forma parte de nuestro ideario de fantasía, de la natural fabulación, que empleamos en el día a día. Sin embargo, hay que diferenciarlo de aquel que deviene del engaño, es decir, de la transformación de la mentira.
El filósofo Miguel Catalán, cree que ya sea acerca de uno mismo o de la realidad exterior, se puede
describir como un atajo mental que resuelve de forma imaginaria las dificultades y reveses de la vida cotidiana.
Catalán opina que en ocasiones, cuando el sufrimiento o la frustración nos sobrepasan, se cae en la tentación de eludir la difícil tarea de cambiar la realidad y se opta a cambio por la de transfigurarla, valiéndonos de la imaginación, en una realidad psíquica más placentera. Así es como nos forjamos una imagen de nosotros mismos que poco o nada tiene que ver con la imagen que de nosotros tienen los demás.
Para hacer frente al sufrimiento o la derrota, filósofos morales antiguos como Aristóteles recomendaron afrontarlas mediante la presencia de ánimo e intentar resolverlas mediante la acción.
Trivers describe, el autoengaño como el acto de mentirse a uno mismo o como un flujo de información dentro de un individuo, análogo a la mentira entre los individuos. Sostiene que la clave para definir y explicar el autoengaño, es considerar que la información verdadera es preferencialmente excluida de la conciencia y que si esta información es mantenida totalmente, es relegada y mantenida en el inconsciente.
Rafael Ángel Herrera describe al autoengaño es un acto espontáneo por el cual la conciencia se desculpabiliza, “justificándose” por ejercer la violencia sobre los congéneres o por darse cuenta de que actúa contra algo que al mismo tiempo valora.
Tim Bayne señala en su libro "delusion and self-deception", al engaño y el autoengaño como ejemplos de creencias patológicas, es decir que una creencia se ha vuelto negativa de alguna forma. Debido a estados afectivos y motivacionales del sujeto que lo han llevado a que hagan caso omiso de ciertas normas de formación de creencias.
El autoengaño es una opinión fija falsa con respecto a cosas objetivas, especialmente como una forma de enajenación mental (OED, 1552).
Jaspers señala que el engaño es una idea equivocada que es firmemente sostenida por un paciente y que no puede corregirse, visto desde tres perspectivas: percepción de engaño, noción o idea engañosa, consciencia engañosa
Investigación
En su libro "El Punto Ciego",Goleman relaciona esta estrategia con un hecho fisiológico. En la parte posterior del ojo existe una zona donde confluyen las neuronas del nervio óptico que carece de terminaciones nerviosas. Esta zona constituye un punto ciego. Habitualmente no se percibe su existencia porque se compensa con la visión superpuesta de ambos ojos. Pero incluso cuando se emplea un único ojo resulta difícil distinguirlo, pues ante la falta de información visual el cerebro rellena virtualmente esa pequeña área en relación con el entorno.
La dinámica del flujo de información, tanto intra como interindividual, acusa una patología particularmente humana: a fin de evitar la angustia, bloqueamos partes cruciales de nuestra conciencia, es decir, creamos puntos ciegos.
En su libro La insensatez de los necios Trivers menciona el estudio realizado por Epley y Whitchurch (2008), donde mediante un programa de computadora, las fotos de los sujetos estudiados se deformaron un 20% para aproximarlas a un rostro atractivo (el promedio de quince rostros considerados atractivos sobre una muestra de sesenta) o se distorsionaron un 20% para que se parecieran a un rostro desagradable (con malformaciones craneofaciales que afectan el rostro). Entre otros efectos secundarios, la investigación demostró que, cuando el sujeto procura ubicar rápidamente su cara – la mejora un 20%, la real o la deformada n 20% - entre once caras ajeas, señala más rápidamente la mejorada (1,86 segundos), tarda más en señalar la cara real (2,08 segundos, 5% de demora relativa) y más aún en señalar la deformada (2,16 segundos, otro 5% de demora relativa). Lo extraordinario de este método de investigación es que no recurre a filtros verbales. – “qué opina de su aspecto?”- sino, simplemente, a medidas de la velocidad de percepción. Cuando se les presenta a los sujetos un conjunto de numerosas fotos propias reales, 50% de loas cuales los favorecen y otro 50% los representan menos atractivos, eligen el 20% de las fotos más favorables diciendo que son las que más les gustan y respetan más el parecido. Es un resultado general importante que indica que el autoengaño está acotado: no es verosímil que los sujetos se identifiquen con 30% de las fotos que más los favorecen, pero no es halagador para ellos señalar solo el 10% de las más favorable.
También menciona un estudio de Fein y Spencer (1997) de dos grupos de estudiantes universitarios a quienes se les había dicho (al azar) que habían obtenido un puntaje alto (o bajo) en un test de consciente intelectual. Solo quienes, supuestamente, habían obtenido un puntaje bajo expresaron más tarde desdén por una mujer judía (pero no por una que no era judía), fundamentando su opinión en diversas características. Aparentemente, la asociación con la excelencia intelectual era motivo suficiente para denigrar a esa mujer si la propia inteligencia estaba en duda. Análogamente, cuando a los miembros de ese mismo grupo “bajo rendimiento” (calificación que se les había comunicado) se les presntabla en forma subliminal un rostro inexpresivo y se les pedía que repitieran dos palabras casi inaudibles o indescifrables que se pronunciaban simultáneamente (algo así como “upio” y “oso”) solían decodificarlas como “estúpido” y “peligroso”. Entonces, si hay por así decirlo, algunos indicios de que no somos muy brillantes (en realidad indicios falsos), parecería que optamos por arremeter y denigrar a los integrantes de grupos presuntamente inteligentes (contra los cuales pueden existir, además, otros prejuicios) recurriendo a estereotipos que se aplican a quienes no están bien dotados.
De igual manera presenta el estudio de Mahajan et al. (2011) de un experimento realizado con monos, en el cual los animales tenían que responder a la presentación de pares de imágenes formados por un sujeto perteneciente al grupo y otro externo, una vez hecha las correcciones por el grado de intercambio con ellos, se observó una clara tendencia a ver más grande al individuo foráneo, respuesta que indica preocupación y hostilidad. Analógicamente los monos describen a un objeto una “orientación” externa al grupo cuando otro mono foráneo por así decirlo observa el objeto. Ocurre lo inverso con los miembros del grupo de pertenencia. Por último, los monos machos (pero no las hembras) asocian a los monos extraños con imágenes de arañas, y a los monos del grupo propio con imágenes de frutas. Lo interesante de esta investigación es que los monos en cuestión migraban en diversos momentos de un grupo a otro, de modo que los investigadores podían controlar con precisión el grado de familiaridad entre los individuos. Así por ejemplo, los miembros del mismo grupo suelen ser más conocidos pero, independientemente de la familiaridad, se lo prefiere antes que a los monos externos al grupo. El hecho de que los machos asocien más fácilmente a los extraños con estímulos negativos, y a los miembros de su grupo con estímulos positivos está de un todo de acuerdo con experimentos realizados con seres humanos, en los cuales los varones se caracterizan por estar más predispuestos contra los extraños.
Así mismo, comparte el estudio de Galinsky et al. (2006) donde el método básico para estudiar lo que ocurre consiste en inducir un estado mental transitorio mediante un estímulo preparador o estímulo señal (prime) que puede ser consciente o inconsciente y tan breve como una palabra o mucho más largo, como ocurre en el siguiente caso: en el caso del poder, el estímulo preparador para el grupo de los “poderosos” consiste en solicitar a un grupo de personas que escriban durante cinco minutos a cerca de una situación en la que se sintieron con poder, proceso que se complementa repartiéndoles golosinas. En cambio para el grupo de los “menos poderosos”, el estímulo preparador consiste en escribir sobre la situación opuesta y en que solo se permite a los sujetos que cantidad de golosinas espera recibir. Este modesto estímulo preparador tuvo resultado sorprendentes. Cuando se le pidió a los sujetos que chasquearan dos dedos de la mano derecha cinco veces y trazaran de inmediato la letra E sobre su propia frente, se descubrió una tendencia inconsciente. Entre los que habían recibido el estímulo señal que suscitaba la sensación de impotencia se triplicó la tendencia a escribir la letra E de modo que otros pudieran leerla. El efecto era igualmente intenso en los dos sexos. Investigaciones posteriores confirmaron que el poder causaba un desplazamiento del foco desde el otro hacia el yo. Comparados con os que habían recibido un estímulo neutro, los que habían recibido un estímulo que los situaba en el grupo con poder demostraron menor capacidad para discriminar expresiones faciales comunes vinculadas con el temor, la ira, la tristeza y la felicidad. En esta prueba tampoco hubo diferencias significativas entre los dos sexos, aunque las mujeres son más hábiles para distinguir las actitudes emocionales y los varones muestran una tendencia al exceso de confianza. En resumen, en razón, precisamente, del poder que tiene y de su sexo, los varones con poder revelan un déficit para aprehender del mundo de os otros correctamente.
Autores de Ámbito Científico
- Paul Ekman,"Como Detectar Mentiras"
- Joseph Golstein,"Stepping Out of Self-Deception"
- José Ma. Martínez Selva,"La Gran Mentira"
- Miguel Catalán,"Autoengaño y Defensa". "Seudologia" "Seudologia"
- Carlos Sirvent,"Autoengaño y Adicción"
- Robert Feldman,"The Liar in your Live"
- Robert Trivers,"La Insensatez de los Necios"
- Giorgio Nardone,"Pienso, Luego Sufro"
Teorías
Existe, por una parte, el autoengaño que opera de manera consciente. Una persona sabe que tiene que realizar algo, pero se convence a sí misma para dejarlo para mañana. Alguien reconoce que tiene un problema y se autoengaña pensando que el tiempo lo solucionará. Sin embargo, en ocasiones la mentira está tan bien armada que ni siquiera se es consciente de ella. Así, una persona puede descubrir que ha borrado de su memoria hechos importantes o que se ha mantenido ciega ante las evidencias claras de que su vida de pareja naufragaba. El autoengaño es el más escurridizo de los mecanismos mentales, porque resulta difícil darse cuenta de lo que se prefiere ignorar.
Este diagnóstico se aplica tanto al autoengaño como al engaño compartido.
La patología no es, de modo alguno, novedosa:el monje Buddhagosa autor, en el siglo V de nuestra era, de un texto hindú sobre psicología, describe exactamente esa misma tergiversación como moha, o sea, “ilusión”.
Desde el punto de vista de Buddhagosa, la ilusión oculta la verdadera esencia de las cosas. Considerada como una “atención no inteligente”, la ilusión conduce a una visión falseada, a una interpretación distorsionada de la realidad. Es, dice el monje, la raíz de todos los estados no saludables de la mente.
Cuando algo supone una amenaza, la atención suele recurrir a dos tipos de soluciones: la intrusión, en la que la persona se mantiene centrada en lo que le preocupa, pensando continuamente sobre ello, o la negación, que supone desviar la atención y desconectarse del problema.
La tendencia a cerrar los ojos ante lo que inquieta surte un evidente efecto calmante, pues permite poner fin al estrés que genera una posible amenaza, una responsabilidad o un recuerdo traumático... El autoengaño, por tanto, ayuda a protegerse de la ansiedad o el malestar disminuyendo el grado de conciencia.El País
La negación, por tanto, implica un rechazo a aceptar las cosas tal y como son, y suele ser una de las primeras respuestas ante una pérdida o cambio importante. Supone una escapatoria momentánea antes de enfrentarse con la realidad. Sin embargo, así como en algunos momentos puede resultar útil, si se mantiene en el tiempo de manera rígida puede generar dificultades, tales como no tomar una actitud responsable para realizar los controles o tratamientos que precisa una enfermedad o no posibilitar la elaboración emocional de la situación.
Lo decía Ortega y Gasset: "La negación es útil, noble y piadosa cuando sirve de tránsito hacia una nueva afirmación".
Robert Trivers, biólogo evolutivo norteamericano, opina que el autoengaño es una sofisticación de la mentira, ya que ocultarse algo a uno mismo lo hace más invisible y difícil de descubrir para el resto. Mentir conscientemente, además, crea una contradicción en el cerebro y requiere un mayor esfuerzo. En eso se basa el polígrafo (la máquina de la verdad), pues al falsear la respuesta aparecen señales de estrés a veces imperceptibles, como sudor, cambios en la presión cardiaca o la respiración...
Desde una explicación evolucionista, en la naturaleza, los animales se preparan para luchar mediante una suerte de exhibición. Cada uno compara la confianza del adversario con la suya propia pues esa variable le permitirá prever el resultado. El autoengaño sin palabras puede ser producto de la selección natural en situaciones de agresión y competencia pues permite embaucar mejor al antagonista. Se puede decir algo similar con respecto al cortejo de las hembras por parte de los machos. Una falsa confianza en sí mismo puede mejorar las posibilidades de un macho durante algún tiempo. Es decir, se puede producir una representación mental sesgada, aún en ausencia de lenguaje. El autoengaño da buenos resultados solo cuando la confianza en sí mismo no sobrepasa los límites razonables, la confianza en si mismo es una variable interna y, por ende, el autoengaño puede operar sobre ella. El exceso de confianza en si mismo es una de las formas más antiguas y peligrosas de autoengaño.
Trivers presenta nueve categorías de autoengaño:
1. la excesiva confianza en uno mismo es la regla de la vida: “una característica del exceso de confianza es que no parece acompañar demasiado al conocimiento, es decir, cuanto más ignorante es un individuo, más confiado en si mismo puede ser”.
2. Menosprecio por el otro: para sentirnos mejor que otros debemos modificar la imagen que tenemos de nosotros mismos. “Menospreciar a los otros es una estrategia defensiva que la gente adopta cuando se siente amenazado”.
3. Vínculos intra y extragrupales entre los miembros más prominentes de un grupo: “cuando algo ocurre por parte del grupo al que pertenecemos solemos aceptarlo con más facilidad y comprensión que si ocurriera por parte de un miembro de otro grupo”.
4. Prejuicios del poder:” “el poder causa una especie de ceguera hacia los otros. Los varones con poder revelan un déficit para aprehender el mundo de los otros correctamente”…
5. Superioridad moral: “el valor moral es un factor de gran importancia para determinar el valor que tenemos para los otros… solemos juzgar a los otros con más rigor de a nosotros mismos por las mismas infracciones ”
6. La ilusión de controlar una situación: “los seres humanos necesitas previsibilidad y control. La certeza del riesgo es más fácil de tolerar que la incertidumbre. La ilusión de control nos hace creer que nuestra capacidad de determinar los resultados de algo es mayor es mayor que la real”.
7. Construcción de teorías sociales sesgadas: “desarrollamos y decimos muchas teorías de nuestro entorno. La capacidad de generar este tipo de teorías no se desarrollo para que comprendamos mejor el mundo y podamos descubrir las trampas y las injusticias sino, además, para que podamos convencernos de algunas falsedades y convencer a los demás en beneficio nuestro”.
8. Relatos personales falsos: “sin cesar, armamos relatos personales falsos. Sobrevaluándonos y menospreciando a los demás generamos automáticamente historias sesgadas, según las cuales tuvimos una conducta más moral, fuimos más atractivos y tuvimos actitudes más benéficas y eficaces que las reales”.
9. Módulos inconscientes dedicados al engaño: “si hay un módulo independiente e inconsciente que analiza las oportunidades de robar o de mentir, no es necesarios que interfiera con otras actividades mentales simultaneas”.
Desde la perspectiva epistemológica se toma el autoengaño como una fórmula para la desculpabilización, producto inicialmente de la relación con los otros, en donde proyecta aquellas características que rechaza de sí mismo en los demás y se niega a verla en sí mismo, lo que llama Rafael Herrera (2007) la ambigüedad de la imagen especular: “mi conducta llega a ser autoengañosa porque existen los otros y sus intereses no coinciden con los míos”; a su vez, el mecanismo de comparación con los otros, hace que deba ver a otros como en un nivel inferior para no generar celos o envidias y por ello dar una imagen diferente de sí mismo, lo que genera una satisfacción personal y reduce los sentimientos de malestar; es por ello que este mismo autor señala que el autoengaño sucede de varias maneras:
1. Me justifica ante mí mismo y ante los demás por lo que hago o dejo de hacer. 2. Transforma en beneficio propio la autopercepción y percepción de los demás. 3. Sesga en su propio beneficio los conflictos de intereses. 4. Adapta la realidad o percepción y las conductas que se derivan de ahí al punto de vista personal, al del grupo o incluso al de la cultura. 5. Elige la fuente de deber más apropiada a mis deseos e intereses. 6. Permite castigar a los demás de mis propios vicios sin que yo asuma los propios. 7. Ayuda a burlar los conflictos de lealtad, resolviéndolos en beneficio propio. 8. Le salva de un examen de conciencia cristalino sobre su manera de actuar y de relacionarse con los demás. 9. Enmascara las fuentes de su conducta. 10. Alivia que pueden deparar los actos. 11. Legitima las construcciones imaginarias que sirven para justificar actos aislados, conductas genéricas y percepciones de la realidad. 12. Facilita cuartadas de exculpación.
La explicación del autoengaño como una patología parte de la racionalidad epistemológica, según la cual el sujeto desobedece la norma epistémica de creer lo que se evidencia, lo que ha sido catalogado dentro del manual de trastornos mentales (DSM) como: “engaño: Falsa creencia basada en la inferencia incorrecta acerca de la realidad externa que es firmemente sostenida a pesar de lo que casi todo el mundo cree y a pesar de lo que constituye prueba incontrovertible y obvia o evidencia de lo contrario (APA, 2000, p.821). Desde esta misma aproximación se desarrolla el paso del auto engaño al delirio cuando se mantiene la creencia a pesar de que se den pruebas incontrovertibles y obvias de lo contrario.
A partir de los trabajos de Maher (1974, 1988), un buen número de teóricos han sugerido que los engaños son resultados de experiencias inusuales, lo que Campbell (2001) llamó el enfoque empírico del engaño. Dentro de los estudios de estas patologías se ha relacionado el engaño con el delirio pasando por los estudios de Ellis y Young, los que proponen que el delirio de Capgras surge cuando el paciente reconoce que el individuo objetivo en algún sentido, pero se engaña a si mismo porque le falta una respuesta afectiva positiva, lo mismo que se ve dentro de los estudios de Cris Frith y colaboradores (Frith 1987, 1992; Frit, Blakemore, & Wolper, 2000) acerca de los autoengaños de aquellas personas que señalan haber sido raptados por aliens, afirmando que estos pacientes crean estos autoengaños como respuesta a aquellas experiencias de pérdida de control. Otros estudios importantes acerca del autoengaño como una patología de la creencia son los trabajos de Mele y su “paradoja estática del autoengaño”, dando el ejemplo del paciente que admite que tiene cáncer, pero sostiene que no tiene nada malo, lo que implica que el paciente lo admite pero no cree realmente en ello, lo que fue evaluado desde tres perspectivas:
1. La división de diferentes partes de la mente y los estados intencionales que hacen que su creencia y engaño se presenten en diferentes momentos (Davidson, 1985) 2. La activación del engaño dependiendo del nivel de estimulación si es alto o bajo (Schwitzbegel, 2002). 3. La creación de un mundo de fantasía, lo que implica que se crea ilusiones que reafirmen sus propios engaños (Patten, 2003).
Herramientas e Instrumentos de la Detección del Autoengaño
ATRAMIC
Es un test multifactorial de medidas de personalidad creado para evaluar el autoengaño y la conducta verbal del que afirma o reconoce que miente a los demás (valorando éstas variables como una tendencia al ajuste-desajuste psicológico, emocional y comportamental.
Bibliografía
- Bayne, T., Fernández, J. (2010). Delusion and Self-Deception: Affective and Motivational Influences on Belief Formation. New York: Psychology Press.
- Herra, R. (2012). Autoengaño: Palabras para todos y sobre cada cual. San José, C.R.: Edit. UCR.
- Garety, P., Hemsley, David.(1997): Delusions: Investigations into the Psychology of Delusional Reasoning. UK: Psychology Press
- Trivers, R. (2013): La insensatez de los necios. Buenos Aires: Katz editores.