James W. Pennebaker
Posee un sólido historial académico y un amplio, fecundo e importante acervo de investigaciones donde evidencia que quienes han padecido sucesos traumáticos tienen una mayor probabilidad de enfermar mental y físicamente, si se ven en la imposibilidad de expresarlos emocionalmente. Por el contrario, si las personas que han vivido estos traumas, pueden expresarlos abiertamente se reduce la activación fisiológica asociado a dicho evento traumático y les ayuda a afrontarlo de una manera pertinente (Pennebaker y O´Heeron, 1984).
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Biografía
Inicia su carrera docente como asistente en el Departamento de Psicología en la Universidad de virginia en 1997 y finaliza en 1983. Luego en la Universidad Metodista del Sur será el coordinador del Departamento de Psicología y profesor asociado y titular de 1983 hasta el año de 1997. Inicia sus labores en la Universidad de Texas en Austin de 1997 a la fecha y del año 2005 al 2014, ejerce su labor como director del Departamento de Psicología en dicha universidad y a partir del año 2009 hasta el presente es profesor de artes liberales designado como "Regents Centennial" y también compartió su tiempo como investigador del 2005 al 2010 en la Universidad Central de Lancashire en Reino Unido.
Ya para el año de 1983 este investigador realizó uno de los estudios sin precedentes en donde demostró que el hecho de escribir sobre acontecimientos traumáticos y relacionándolos con las emociones negativas, trajo consigo, mejoras tanto en el estado físico como en el psicológico (Pennebaker and Beall 1986). Estos estudios causaron un marcado interés en la comunidad y permitió ampliar las investigaciones enfocados en la creación literaria con fines terapéuticos y surgieron muchas otras investigaciones donde se obtuvieron interesantes resultados. Por ejemplo se confirmó que la inhibición de las emociones conlleva a un estado de hiperactivación fisiológica, provocando inmunodepresión (Pennebakeer, Kiecolt-Glaser, y Glaser, 1988) así como efectos contraproducentes a largo plazo para la salud (Pennebaker y Susman, 1988). Además se puede mencionar los sesgos en los procesos cognitivos así como la dificultad para el afrontamiento adaptativo.
Pensamiento
Prácticamente ha dedicado su vida profesional a la docencia y a la investigación como Psicólogo Social sobre todo en los temas relacionados a la expresividad escrita y los efectos benéficos en la salud; ya que convirtiendo las experiencias en palabras desemboca en un proceso de ayuda y estabilidad afectiva, en la salud mental y física. De reconocido prestigio internacional por los amplios estudios en el uso del lenguaje natural, la salud y el comportamiento social como lo podemos corroborar en Wikipedia.[2]
A la propuesta de este investigador se le ha llamado paradigma Pennebaker[3] o paradigma de escritura estándar (Litrell, 1998). Si bien, inicialmente la técnica que parece relativamente sencilla, se le pedía a los participantes que escribieran sobre una temática determinada por espacio de 15 a 30 minutos sobre todo de una experiencia traumática, de la cual estuvieran regularmente pensando en ella. No importa tanto a la hora de escribir las reglas gramaticales o de sintaxis, y el mismo Pennebaker (2004) expresaba las siguientes instrucciones para el día primero a su grupo experimental:
“Recuerda que éste es el primero de los cuatros días de escritura emocional. Para el trabajo de hoy, tu objetivo es escribir sobre tus pensamientos y sentimientos más íntimos sobre el trauma o convulsión emocional que más haya influido en tu vida. En tu escrito, explora el acontecimiento y cómo te ha afectado realmente. Para hoy, puede ser beneficioso simplemente escribir sobre el acontecimiento en sí mismo, cómo te sentiste cuando ocurrió, y cómo te hace sentir ahora. A medida que escribas sobre este acontecimiento, podrías empezar a vincularlo a otros aspectos de tu vida. Por ejemplo, ¿cómo está relacionado con tu infancia y tus relaciones con tus padres y miembros cercanos de la familia? ¿Cómo está conectado a aquellas personas que más has querido, temido o te hayas enfadado? ¿Cómo está relacionado tu malestar con tu vida actual, tus amigos y familia, tu trabajo, y tu lugar en la vida? Sobre todo, ¿cómo está este acontecimiento relacionado con quién has sido en el pasado, quién te gustaría ser en el futuro, y quién eres ahora? En el escrito de hoy, es particularmente importante que examines francamente tus emociones y pensamientos más íntimos alrededor de este malestar en tu vida. Recuerda escribir sin parar durante veinte minutos. Y nunca olvides que este escrito es para ti y solo para ti. Al final de los veinte minutos de escritura emocional, lee la sección Pensamientos Post-Escritura”.
Y al grupo control, únicamente le solicitaba que escribiera sobre temas superficiales, sin importancia. Luego de las indagaciones respectivas y la comparación entre ambos grupos, quienes se adentraban en la práctica de James W. Pennebaker, según lo refiere Olga Gutiérrez en su tesis doctoral sobre “El efecto diferencia de ACT vs. control cognitivo en un paradigma de autocontrol con estimulación aversiva”[4] se evidencia que:
a). Disminución del número de visitas al médico (Pennebaker, Barger y Tiebout, 1989).
b). Mejora en la función inmunológica (Pennebaker, Kiecolt-Glaser, 1989).
c). La actividad autonómica, es decir en la tasa cardíaca y actividad electrodermal, la muscular a corto plazo (Pennebaker, Hughes y O´Heeron, 1987) con mejores resultados.
d). En lo que respecta a la descarga emocional producto de la actividad de escritura también se han constatado mejorías en la disminución del malestar psicológico, esto informado por los mismos participantes (Greenberg y Stone, 1992).
e). La recolocación laboral después de la pérdida del empleo (Spera, Buhrfeind y Pennebaker, 1994).
f). Disminución de la tasa de absentismo laboral entre personal de la universidad (Francis y Pennebaker, 1992).
¿Qué sucede con los siguientes días? Bueno siguiendo a Eduardo Cabrera Casimiro en su artículo “Efectos terapéuticos de la escritura emocional o expresiva”[5], tenemos que para el día segundo, las instrucciones son muy parecidas solamente con el énfasis en profundizar más en los sentimientos y pensamientos íntimos, tratando de ubicar el efecto que ha tenido en las áreas de la vida y si ha habido responsabilidades personales por los efectos del trauma. En el día tercero, el énfasis se hace en la necesidad de explorar desde varias perspectivas y diferentes puntos de vista y cuáles son aquellos temas íntimos que expone a la vulnerabilidad personal y finalmente, el día cuarto se le solicita a la persona que reflexione sobre todo lo escrito y valore si pudo confrontar los hechos, cuál ha sido el aprendizaje, qué ha perdido, qué ha ganado en el caso de haberlo, por la experiencia traumática que le ha tocado vivir. Y seguidamente, al final de cada día, se da respuesta a un cuestionario con una escala de 1 a 10 puntos, para que la persona puntúe qué tanto ha expresado sus sentimientos, pensamientos más profundos y qué tipo de emoción ha sentido, si tristeza, malestar o por el contrario felicidad, si el ejercicio ha sido valioso y significativo.
De igual manera, el mismo Pennebaker (1990, 2004) reconoce las limitaciones que plantea el ejercicio de la escritura emocional; ya que no es sustituto de la acción y si la persona, lo hace como un ejercicio netamente emocional y no como una actividad de auto-reflexión, sus alcances se verán notablemente mermados.
Teorías
En pleno siglo XXI, resulta razonable argumentar que varias enfermedades físicas tienen su raíz en traumas no superados e inhibidos por el propio individuo, lo que supone un riesgo de somatizarse, seguramente no lo era tan creíble en el siglo pasado y justamente ha sido Jame W. Pennebaker un meticuloso investigador que sigue explorando entre las experiencias emocionales, lenguaje natural, y los estados de la salud física y mental, tratando de hacer evidente su incidencia en el bienestar del individuo.
Entre sus hallazgos producto de la investigación ha obtenido los siguientes indicadores: • Las mujeres suelen usar más pronombres y hacer referencias a otras personas; mientras que los hombres suelen utilizar más artículos y preposiciones.
• A medida que las personas van envejeciendo tienden a utilizar menos palabras para expresar emociones negativas y más palabras para nombrar emociones positivas así como hacer menos referencias hacia ellos mismos. Utilizan más la referencia al tiempo futuro y menos verbos para hacer referencias al pasado.
• Entre dos hablantes, aquellos de mayor estatus utilizará con menor frecuencia el “yo” como la primera persona del singular en su interacción pero cuando las personas están expresando la verdad suelen hacer un mayor uso del “yo” en sus intervenciones. De igual manera, cuando las personas van saliendo de sus estados emocionales producto del trauma se vuelven más hacia los otros y utilizan en menor proporción el “yo” y más el “nosotros”.
• Aquellas personas con tendencia al suicido o están deprimidos, aumentan el uso y referencia al “yo”.
Manu Rodríguez en su blog "La Terapia de Creación Literaria"[6], nos regala la siguiente traducción de Jame Pennebaker (1997) en su libro Writing about emotional experiences as a therapeutic process, Psychological Science, American Psicological Society. Vol 8, No 3. p164. ““La teoría original que motivó los primeros estudios en escritura expresiva estuvo basada en la asunción de que no hablar sobre importantes hechos psicológicos es una forma de inhibición. Teniendo en cuenta los estudios hechos sobre animales y psicofisiología, nosotros propusimos que una inhibición activa es una forma de trabajo fisiológico. Este trabajo inhibitorio, que se refleja en la actividad del sistema nervioso autónomo y central, podría ser visto como un estresante a bajo nivel y larga duración (Selye, 1976). Dicho estrés, por tanto, podría causar o exacerbar procesos psicosomáticos, y por lo tanto incrementar el riesgo de enfermedad y otros daños relacionados con el estrés.”
• Si el nivel de testosterona aumenta en la persona, es más proclive a que decaiga en el uso de la referencia hacia otras personas y se focalice más en ella misma.
• Al conocer el estilo lingüístico de la persona es más probable predecir con cierta razonabilidad sus preferencias y gustos con mayor probabilidad si se hiciese al azar.
Aplicaciones
Si observamos con detenimiento el lenguaje utilizado por las personas que narran sus historias, podríamos discernir cuáles expresan una historia cierta o falsa, y si es falsa ésta tiende al engaño. Luego, analizando sus estilos lingüísticos en dichas narraciones se puede analizar el uso de pronombres, palabras que expresen tonos emocionales, preposiciones y conjunciones que ayudan a desvelar el trabajo cognoscitivo y vincularlos a los fenómenos conductuales y emocionales. De tal manera que su grado de acierto, sea mayor al utilizado en el azar.
Las investigaciones realizadas por Pennebaker y su grupo de investigadores, nos han aportado que las personas cuando miente suelen:
i). Utilizar menos frases autorreflexivas;
ii). Emplean más palabras emocionales negativas;
iii). Utilizan menos "marcadores" de complejidad cognoscitiva.
iv). Las personas que mienten casi nunca utilizan el pronombre "yo" con una detección del 67% de acierto.
v). Las personas depresivas hacen un uso abusivo del pronombre "yo".
vi). En otros estudios[7] se ha detectado que las personas antes de suicidarse habían utilizado en sus escritos el doble de las palabras: "yo", "mío", "me", "a mí".
vii). En estudios con parejas se ha detectado que aquellas que utilizan con mayor frecuencia las palabras "yo" y "nosotros" resuelven mejor los problemas que aquellas parejas que utilizaron más la palabra "tú".
Cuando utilizamos la primera persona del singular y parafraseando a Benjamín Domínguez Trejo en su libro "El estudio de las mentiras verdaderas", estamos sutilmente afirmando que somos dueños de una afirmación (frases autorreflexiva), en cambio los mentirosos evitan tal declaración y toman la ruta de la "disociación" para distanciarse, ya sea física o simbólicamente, por lo que, suelen evitar su uso en la narrativa y de alguna manera, encubrir la mentira.
Ahora bien, el "Linguistic Inquiry and Word Count" (LIWC), es un software diseñado[8] por Pennebaker, Francis y Booth para analizar textos palabra por palabra y clasificarlas por categorías. Dentro de la detección de la mentira, algunas investigaciones han utilizado el LIWC para tratar de identificar las declaraciones falsas de las verdaderas.
Artículos
Pennebaker, J. W., Barger, S.D. y Tiebout, J. (1989). Disclosure of traumas and health among Holocaust survivors. Psychosomatic Medicine, 51, 577-589.
Pennebaker,J.W. & Banasik,B.(1992): Looking back: monuments, movi and books as commemorative data. Manuscrito en preparación. Dallas, Tejas. Southern Methodist University.
Pennebaker, J. W. y Beall, S. K. (1986). Confronting a traumatic event: Toward an understanding of inhibition and disease. Journal of Abnormal Psychology, Vol. 95, No.3.
Pennebaker, J. W., Colder, M. y Sharp, L.K. (1990). Accelerating the coping process. Journal of Personality and Social Psychology, 58, 528-537.
Pennebaker, J. W. y Francis, M. E. (1999). Linguistic Inquiry and Word Count: LIWC. Erlbaum Publishers.
Pennebaker, J. W. y Harber, K. D. (1993). A social stage model of collective coping: The Loma Prieta earthquake and the Persian Gulf War. Journal of Social Issues, 49, 125-145.
Pennebaker, J. W., Hughes, C. F. y O'Heeron, R. C. (1987). The psychophysiology of confession: linking inhibitory and psychosomatic processes. Journal of Personality and Social Psychology, 52, 781-793.
Pennebaker,J.W. & Polakoff,R.(1990): The effects of the John F. Kennedy assassination on Dallas. Manuscrito no publicado. Dallas, Tejas. Southern Methodist University.
Pennebaker, J. W. y King, L. A. (1999). Linguistic styles: language use as an individual difference. Journal of Personality and Social Psychology, 77, 1296- 1312.
Pennebaker, J. W., Mayne, T. J. y Francis, M. E. (1997). Linguistic predictors of adaptive bereavement. Journal of Personality and Social Psychology, 72, 863-871.
Pennebaker, J. W., Kiecolt-Glaser, J. K. y Glaser, R. (1988). Disclosure of traumas and immune function: health implications for psychotherapy. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 56, 239-245.
Pennebaker, J. W., Zech, E. y Rimé, B. (2001). Disclosing and Sharing Emotion: Psychological, Social and Health Consequences. En M.S. Stroebe, W. Stroebe, R.O. Hansson, y H. Schut (Eds.) Handbook of bereavement research: Consequences, coping, and care (pp. 517-539). Washington DC: American Psychological Association.
Pennebaker, J. W. (1989). Confession, inhibition, and disease. En L. Berkowitz (Ed.), Advances in experimental social psychology (Vol. 22. New York: Academic Press).
Pennebaker, J. W. (1997b). Opening up: The healing power of expressing emotions. New York: Guilford Press. (Traducción. El arte de confiar en los demás. Madrid: Alianza).
Pennebaker, J. W. (1993). Putting stress into words: health, linguistic, and therapeutic implications. Behaviour Research and Therapy.
Pennebaker, J.W. (1997) Writing about emotional experiences as a therapeutic process, Psychological Science, American Psicological Society. Vol 8, No 3. p164.
Enlaces externos
Ask a UT psychologist (emotional well-being)[9]
The Secret life of Pronouns: James Pennebaker at TEDxAustin[10]
Language of Truth and Lies: I - Words[11]
Writing to Ease Trauma [12]
Lo que las palabras revelan de nosotros [13]
Libros
Tomado de Amazon [14]