Mentira
(del latín, mentiri: urdir embuste con la mente)
“La mentira es mejor cuanto más parece verdadera, y tanto más agrada cuanto tiene más de lo dudoso y posible.” ( El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha - 1606, Cervantes)
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Introducción
La mentira, en su más amplio término, está asociada directamente a la propia existencia del hombre y ha sido objeto de estudio desde diversos campos de la ciencia, la filosofía e incluso la propia religión. Podríamos decir que el engaño es innato en el ser humano desde el momento que, emociones como el miedo, le inducen a evitar un mal o un castigo. Los antiguos griegos tenían en Hermes un dios de la mentira y la equivocación (pseudos). Es Platón (427-347 a.C.) el primer filósofo de la antigüedad en plantear que las diferencias entre mentira y equivocación tienen connotaciones morales considerables (Sommer, 1995).
No es difícil comprobar como, a lo largo de la historia y en cualquier cultura o civilización, el engaño forma parte de la práctica común como instrumento de supervivencia, desarrollo o crecimiento. La mentira (lie), el engaño (deception) o la simulación ( simulation), suelen ser términos empleados como sinónimos en el lenguaje coloquial pero, en atención a las particularidades de cada uno de ellos, se hace necesario estudiarlos como conceptos distintos, aunque el objetivo de ambos, pueda ser el mismo. Confundirlos puede ser la simplificación de una conducta humana tan compleja como habitual ya que todos forman parte de la propia naturaleza humana.
Mientras que para el filósofo Miguel Catalán González, la mentira necesita del lenguaje, por lo que es un término privativo de los seres humanos, el engaño, no es exclusivo de la especie humana, estando presente en el reino animal y vegetal como instrumento imprescindible para la procreación, convivencia en grupo o simplemente supervivencia.
Por último, la simulación ha adquirido matices vinculados a el engaño específico dentro del ámbito sanitario o médico, también denominado Simulación en Medicina (Malingering). Según (Whiten y Byrne, 1997), la necesidad de dominio de estrategias encaminadas al mejor posicionamiento en el entorno social, que incluyen el uso del disimulo, la mentira y el engaño como instrumentos para el fraude y la manipulación, ha sido la causa principal para el desarrollo de la inteligencia maquiavélica. Uno de los factores que ha favorecido el desarrollo de la neocorteza cerebral en el determinadas especies, entre las que se encuentra el ser humano, ha sido la adaptación y posicionamiento dentro de medios sociales cada vez más complejos. Esto ha permitido la adquisición de habilidades mentales extraordinarias como son el reconocimiento de las características personales y la capacidad de anticipar pensamientos e intenciones de otros miembros de la misma sociedad, facilitando la cohesión del grupo y las habilidades sociales. (Trivers, R. 2002).
De la mentira y el engaño se ocupan jueces y policías, psicólogos, psiquiatras, sociólogos, filósofos, políticos y actores entre otros. Pero, si las ideas que en cada época y cultura, ha suscitado la mentira en el hombre, han sido extensas y variadas, el concepto que se le ha pretendido dar no lo es menos.
Concepto
Son innumerables los conceptos que de la mentira y el engaño se han vertido a lo largo de la historia; casi tantos como las personas que han reflexionado sobre la misma, desde diversas áreas de la psicología, sociología, filosofía, etc.
Desde el punto de vista lingüístico la Real Academia de la Lengua marca diferencias al definir la mentira como “Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa”', mientras que el engaño es “la acción o efecto de engañar”, siendo esta…
- Dar a la mentira apariencia de verdad.
- Inducir a alguien a tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o de obras aparentes y fingidas.
- Producir ilusión, sobre todo óptica.
- Cerrar los ojos a la verdad por ser más grato el error.
Es común en la mayor parte de las definiciones que los investigadores han aportado, que en el propio concepto de mentira, esté inmersa la intencionalidad del emisor de introducir una creencia falsa en otra persona (Hall y Pritchard, 1996, p. xvii) y la creencia del emisor de que la información que se proporciona es falsa, no considerándose mentira cuando el emisor desconoce la falsedad de la información. Para Bella DePaulo, el engaño se ha definido en la psicología social, como "el intento deliberado de generar en otras personas una creencia o entendimiento que el comunicador considera que es falsa” (DePaulo y DePaulo, 1989, p. 1553).
Partiendo de la noción de “comunicación engañosa” de Gerald Miller ( 1983; Miller y Stiff, 1993), y enriqueciéndola con el aporte de varios autores se concluyó que “El engaño es el intento deliberado, exitoso o no, de ocultar, generar, y/o manipular de algún otro modo información factual y/o emocional, por medios verbales y/o no verbales, con el fin de crear o mantener en otra (s) persona (s) una creencia que el propio comunicador considera falsa". Jaume Masip et al., 2004, p 148).
Según este concepto, el emisor, conocedor de una realidad, deliberadamente la manipula, omite, adapta o modifica, pudiendo servirse de cualquier canal y/o medio con el fin de que el receptor mantenga o reciba un mensaje distinto del real. Como podemos apreciar, del propio concepto se excluye cuando el emisor no sabe que su mensaje no es real. Así, no podríamos decir que un individuo con determinada patología está mintiendo cuando está convencido de ser una persona que realmente no lo es. Tampoco plantea la posibilidad que el mensaje que el emisor pretende emitir no coincida con el que el receptor percibe, aún cuando estos son distintos.
Razones para mentir
Nuevamente podríamos incorporar infinidad de teorías que explican la causa de que la mentira, esté inmersa en la propia existencia del ser humano, basadas en argumentos filosóficos, religiosos y científicos, y estos, avalados por las conclusiones consideradas verdaderas de cada momento, época o entorno. Pero es Robert Feldman, profesor de psicología e investigador quién ha sintetizado algunas de las conclusiones a la que ha llegado en una obra de alcance generalista titulada “Cuando mentimos; Las mentiras y lo que dicen de nosotros” (Felman, 2009). De dicha obra podemos inferir que existen diversas causas que, salvo las derivadas de modelos patógenos, se basan en la ganancia o perdida/evitación. Basándonos en este principio, Rogers y Neumann (2003) plantean tres modelos que justifican las causas para mentir:
Cabe destacar que, salvo que el sujeto sufra de determinadas patologías que le impidan discernir la realidad objetiva de su realidad subjetiva, en todos los casos, el emisor obtiene algún tipo de beneficio o evita alguna pérdida, material y/o emocional, se reafirma y/o consolida postura, estatus o posición en un entorno determinado.
A estos efecto Aldert Vrij (2001, 2007), establece la mentira como un camino para:
• Mostrar una impresión positiva que permita un adecuado posicionamiento social o evitar su desaprobación
• Conservar una buena interacción social mediante las mentiras sociales
• Obtener un beneficio personal o beneficiar a otra persona
• Evitar un castigo
• Motivos psicológicos o materiales
La mentira en el desarrollo de las sociedades
El engaño y la mentira han formado parte de la propia evolución del hombre, adaptándose y enraizándose en la sociedad de tal manera que, si de repente todos dejásemos de mentir, no la reconoceríamos ni probablemente querríamos vivir en ella. (Feldman, 2009). Y esto es debido a que, si bien las diversas sociedades censuran, castigan y condenan la mentira como práctica lesiva para el mantenimiento de la convivencia, no es menos cierto que la justifican y simplifican aceptando, como mal menor, siempre que esté destinada a procurar un bien mayor. Ensalzado el valor de la verdad, la mentira está inmersas en los procesos de socialización infantil y convivimos con ella desde las relaciones laborales, la política, la economía, los medios de comunicación, etc. Desde un saludo o una despedida en un comercio hasta la forma de vestir, aparentando tallas, formas o realidades inexistentes, pasando por excusas, justificaciones o actuaciones irreales para no desmerecer, e incluso impresionar en un determinado entorno o momento, son formas de engaño, no solo aceptadas sino en determinados casos necesarias.
Mentira y religión
La religión, como práctica social, organizada y estructurada o no, en la que, de forma común, se comparten preceptos, normas y pautas de actuación o comportamiento, de carácter místico y sobrenatural, como vía única para alcanzar un estado superior, han considerado la verdad como objetivo principal en el desarrollo existencial del hombre. Pero la propia concepción de religión conlleva el reconocimiento de la imperfección del hombre por lo que, sin considerar la mentira como consustancial al propio ser humano, comprende su uso, lo llega a justificar, y clasifica las mentiras en función de la finalidad de estas, con el fin de discernir cual es menos “mala” y/o tolerable. Así, San Agustín profundiza en el 8 mandamiento católico (no dirás falso testimonio ni mentirás) distinguiendo ocho tipos de mentira, en las que no incluye, ni como pecado, las “mentirijillas”. Estos ocho niveles de mentira son las…
• necesarias en la enseñanza religiosa.
• dañinas que no ayudan a nadie.
• dañinas que ayudan a alguien.
• que proporcionan placer por el simple hecho de mentir.
• que se dicen para complacer y alagar a los demás.
• no dañinas que ayudan a alguien.
• no dañinas y pueden salvar la vida a alguien.
• no dañinas y protegen la pureza de alguien.
Santo Tomás de Aquino, por su parte, las distinguió en tres tipos, siendo los dos primeros pecados veniales (mentiras humorísticas y mentiras útiles) y pecado mortal el tercero ( mentiras maliciosas) entre las que destaca la calumnia como la más dañina.
El Corán también condena duramente la mentira, si bien cita: “Escuché que el Mensajero de Allah, , permitió la mentira en sólo tres casos, pues el Profeta, , dijo que no se consideran como mentiras si se utilizan: primero, para conciliar entre la gente; segundo, en la guerra; tercero, entre los esposos.” [Abu Dawud: Sunan].
Investigación científica
Asumiendo la mentira como conducta intrínseca al desarrollo de la sociedad en la que el hombre evoluciona, desde diversas áreas de la ciencia se ha estudiado con el fin de entender su alcance, su justificación e incluso su detección. El reconocimiento de la mentira desde el punto de vista criminológico y delictivo, ha sido posiblemente uno de los grandes motivadores del incremento de investigaciones realizadas con carácter científico en todo el mundo. El reconocer cuándo se está mintiendo en determinados delitos podría acelerar la resolución de los casos y la minoración de las consecuencias de los mismos.
A lo largo de la historia, diferentes culturas intentaron identificar la mentira a través de diferentes pruebas que pretendían medir indicadores corporales delatores. (Ordalías o juicios de Dios). A finales del siglo XIX comienza los estudios de la mentira desde la perspectiva psicológica basándose en un cierto rigor científico, centrándose fundamentalmente en el engaño del que se sirven ilusionistas y médiums con sus “espectadores” (Hyman, 1989). Siguiendo la Teoría de Helmholtz, la percepción no es un proceso directo ya que implica la “manipulación” de los inputs recibidos por el receptor, asumiendo este una parte activa, interpretando y/o condicionando estos en base a sus expectativas, creencias o conocimientos previos, siendo por tanto la percepción, un proceso inferencial. (Jastrow, 1900). Esto nos lleva a interpretar las situaciones no conocidas asociándolas a aquellas que nos son más familiares.
La investigación para la detección de la mentira se centró durante un largo periodo en descubrir qué indicadores psicofisiológicos, conductuales o paraverbales podían ser observados y medidos en el mentiroso, en el momento de mentir, si bien en la actualidad, gracias al empleo de nuevas tecnologías, se están optando por formas que identifican los indicadores a medir, post suceso o acontecimiento a investigar.
Respecto a la medición de los indicadores psicofisiológicos, uno de los equipos mas conocidos y cuestionados es el polígrafo que registra la alteraciones en la presión arterial, el pulso cardíaco, la frecuencia respiratoria y la conductancia de la piel, (respuesta galvánica) que se produce en el individuo cuando está mintiendo. Como alternativa al polígrafo, se ha avanzado en el registro de la carga cognitiva, basado en los procesos cerebrales como el referido a la prueba de la P300. Los neurocientíficos consideran que la mentira, al ser un proceso cognitivo, se produce en el cerebro por lo que, es este el sitio sobre el que se debe investigar, tomando como vía fundamental, la imagen cerebral. Para Carlos Belmonte Martínez, prestigioso neurocientífico español, "el ser humano tiene la capacidad de valorar las consecuencias de su conducta, actuando en una zona concreta de la corteza orbitofrontal. Las personas con una menor capacidad de predicción de las consecuencias de lo que hacen, tienden a buscar una gratificación más inmediata mostrando una mayor frecuencia hacia la mentira".
Otra vía de investigación se basa en el establecimiento de claves conductuales y paraverbales que se asocian a la mentira. La conducta no verbal tiene unas características especiales respecto al comportamiento verbal que la convierten en un buen indicador del engaño ( DePaulo, 1992, 1994) como, que son irreprimibles y que el comportamiento no verbal está relacionado con la emociones, entre otras. La virtud como detectores del engaño de algunas características del comportamiento no verbal, propuestas por DePaulo (1992), parten de la idea de que al mentir, realizamos una serie de conductas delatoras como el intento de control, el arousal o activación, los estados afectivos o la complejidad cognitiva (Köhnken, 1989; Zuckerman, DePaulo y Rosenthal, 1981).
Por su parte, se han incrementado las publicaciones con carácter científico basados en los Indicadores verbales de la mentira, como la Entrevista Cognitiva (EC), la Toma de manifestación/declaración y el análisis del contenido verbal pero “los análisis de credibilidad basados en el contenido de las declaraciones no son lo suficientemente exactos como para ser admitidos como evidencia científica en casos criminales, aunque puedan tener utilidad en la investigación policial” Vrij, (2005). No obstante, esta es una importante línea de investigación en la actualidad.
El análisis de voz (LVA 6.50), la termografía facial, electroencefalografía (Huella dactilar cerebral específica), la resonancia magnética funcional, los sistemas de Seguimiento del movimiento y reacciones de los ojos (teconología eye-tracking) y la dilatación pupilar relacionada con la carga cognitiva, son algunas de las líneas de investigación actuales destinadas a la detección de la mentira.
No obstante, todos los trabajos de investigación destinados a la detección de la mentira se encuentran con el hándicap de que la memoria es selectiva y reconstructiva, es decir, junto a los recuerdos verdaderos se guardan recuerdos falsos, sin necesidad de que esto tenga consideración o alcance de patología (Rodríguez Fornell ). Esto podría suponer que el individuo motivo de estudio, podría hacer una interpretación lógica de lo que cree que ha visto o escuchado, pudiendo llegar al convencimiento de que el suceso es tal y como lo narra y no como realmente ha sido, incumpliendo por tanto, uno de los condicionamientos fundamentales en el propio concepto de la mentira, que es que el sujeto debe saber que está diciendo mentira.
Ha día de hoy, no existe ningún indicador verbal, paraverbal, no verbal o paralingüístico que, de forma inequívoca y unitaria, indique que una persona esté mintiendo (Jaime Masip), siendo necesaria la prudencia en los juicios de veracidad y mentira, la práctica, estudio y entrenamiento en las técnicas de detección y el empleo de diversas metodologías de forma simultánea que permitan aproximar el margen de error a la mínima expresión.
Notas y Referencias
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Enlaces Externos
La Noche Temática (RTVE. http://www.ver-documentales.net/la-noche-tematica-la-mentira-2-verdadero-o-falso/
http://www.umass.edu/researchnext/professor-robert-feldman-wgby-interview-lying-online